Es usual que al enfrentarte a algo que no te agrada en las relaciones interpersonales, te quedes callado en lugar de hablar sobre aquello que te molesta, y al guardar tantos pensamientos o molestias lo único que haces es generar una carga mayor para ti mismo, con la que tarde o temprano tendrás que lidiar.
Hoy te invitamos a reflexionar sobre aquello que te molesta, para que no retengas todo tu malestar poniendo tu estado emocional al límite y termines explotando.
Cuando tu mecanismo de defensa es evitar las confrontaciones, afectas directamente la relación; los problemas no se solucionan y además de eso se perjudica la confianza que existía entre ambos. Al guardar problema tras problema es muy posible que cuando sea el momento de discutir las cosas, se haya agotado la paciencia, haya crecido la rabia y el rencor y la conversación que pretendía ser un diálogo, termine en una pelea al usar las palabras erróneas y expresar los pensamientos desde la rabia y la intolerancia.

Es ideal que aprendas a conocer tus pensamientos y tus deseos. Cuando notas que algo te genera malestar o enojo es conveniente que lo expreses sin esperar a que la rabia se acumule, de esta forma tendrás la mente despejada para dialogar con la persona en cuestión, sin manchar tus argumentos de cosas exteriores que no vienen al caso. Además, adelantas el proceso de resolución sin tener que sumar por varios días, meses o años todo aquello que te ha molestado desde un principio.
La idea no es convertirte en una persona que se queja por todo, o a la que todo le molesta, sino que aprendas a filtrar todo aquello que es significativo para ti y que termina afectándote directamente. Al hacerlo adquirirás la propiedad de establecer con qué cosas puedes lidiar, y qué aspectos te molestan tanto que influyen en tu propio bienestar.
Piensa que al hablar sobre los problemas, les das la posibilidad a las personas de mejorar una actitud que probablemente también les esté afectando, y no sólo eso, sino que también les brindas la oportunidad de explicar sus razones y motivos, y te das el chance de ser comprensivo y reconstruir la confianza.
Así que no te llenes de ira, piensa claramente qué te molesta y cuando estés listo para decirlo, ¡hazlo!